Reflexión de Adviento

Por Ruth Padilla DeBorst

 

En este tiempo de adviento exploremos lo que significa vivir como pueblo de Dios que mira hacia el futuro y vive hoy a la luz de esa visión del futuro. Mi esposo, Santiago, y yo tenemos seis hijas y hijos adultos. Les cuento que tres de ellos ya nos han anunciado que no quieren tener hijos o hijas. Consideran que la realidad es tan complicada que no es justo traer niños al mundo. Su visión del futuro es bastante negativa.

El pueblo de Israel que recibió las palabras del profeta Isaías también tenía una visión bastante negativa del futuro. Estaban sufriendo amenazas de invasión por parte de Asiria y les tentaba vender su tenue libertad a Egipto a cambio de defensa. Los ambiciosos líderes políticos solo buscaban su propio beneficio mientras el pueblo sufría hambre. Los líderes religiosos se concentraban en los ritos y las festividades del templo pero no les preocupaba en lo más mínimo la justicia. Eran días oscuros.

Es en medio de esa realidad que el profeta Isaías pronuncia estas palabras, que encontramos en Isaías 11.1-11.

            Del tronco de Isaí brotará un retoño;

    un vástago nacerá de sus raíces.

El Espíritu del Señor reposará sobre él:

    espíritu de sabiduría y de entendimiento,

    espíritu de consejo y de poder,

    espíritu de conocimiento y de temor del Señor.

Él se deleitará en el temor del Señor;

    no juzgará según las apariencias,

    ni decidirá por lo que oiga decir,

sino que juzgará con justicia a los desvalidos,

    y dará un fallo justo

    en favor de los pobres de la tierra.

Destruirá la tierra con la vara de su boca;

    matará al malvado con el aliento de sus labios.

La justicia será el cinto de sus lomos

    y la fidelidad el ceñidor de su cintura.

El lobo vivirá con el cordero,

    el leopardo se echará con el cabrito,

y juntos andarán el ternero y el cachorro de león,

    y un niño pequeño los guiará.

La vaca pastará con la osa,

    sus crías se echarán juntas,

    y el león comerá paja como el buey.

Jugará el niño de pecho

    junto a la cueva de la cobra,

y el recién destetado meterá la mano

    en el nido de la víbora.

No harán ningún daño ni estrago

    en todo mi monte santo,

porque rebosará la tierra

    con el conocimiento del Señor

    como rebosa el mar con las aguas.

En aquel día se alzará la raíz de Isaí

    como estandarte de los pueblos;

hacia él correrán las naciones,

    y glorioso será el lugar donde repose.

En aquel día el Señor volverá a extender su mano

    para recuperar al remanente de su pueblo,

a los que hayan quedado en Asiria,

    en Egipto, Patros y Cus;

en Elam, Sinar y Jamat,

    y en las regiones más remotas.

Swanson, John August. Peaceable Kingdom, from Art in the Christian Tradition, a project of the Vanderbilt Divinity Library, Nashville, TN. https://diglib.library.vanderbilt.edu/act-imagelink.pl?RC=56556 [retrieved December 15, 2022]. Original source: Estate of John August Swanson, https://www.johnaugustswanson.com/.

Para el pueblo de Israel en esos días oscuros, las palabras del profeta traían consuelo, ánimo y esperanza de un futuro mejor. Aunque el reinado de David se había derrumbado, renacería. El reinado de ese líder contrastaría radicalmente con aquellos que el pueblo abatido conocía. Cuatro características de ese reinado sobresalen y contrastan tanto con la realidad del pueblo de Israel como con la de muchos de nosotros. Primero, sería marcado por el Espíritu de Dios, el espíritu de sabiduría y entendimiento, de consejo y de poder, de conocimiento y temor del Señor. Esas virtudes hacían mucha falta tanto en su medio como en el nuestro.

Segundo, sería un reinado marcado por verdadera justicia, uno en el cual los pobres serían cuidados y defendidos. Otro contraste con la experiencia del pueblo judío bajo opresivos líderes locales y extranjeros. Y gran contraste con tanto liderazgo en nuestro medio.

Tercero, ese reinado traería paz y armonía a toda la creación porque toda la tierra sería llena con el conocimiento de Dios. El retrato es hermoso, cierto?  El lobo vivirá con el cordero, el leopardo se echará con el cabrito. Imaginen! Andarán juntos el ternero con el cachorro del león, la vaca con la osa, el niño con la cobra, y así…

Finalmente, bajo el reinado de este líder prometido, el pueblo de Dios será reunido desde todos los rincones donde han sido dispersados.

Ahora, el pueblo que recibió esta visión podía creer que todo esto ocurriría? Sería posible un reinado de justicia y paz? Contra toda expectativa, esta es la atrevida visión que presenta Isaías. No más violencia, no más gobierno arbitrario, no más explotación de los pobres, no más conflicto en la tierra. El reinado del Mesías esperado restauraría todas las relaciones, del pueblo con Dios, entre ellos y con el resto de la creación.

Como el resto de la Biblia explica, lo que Isaías solo vio a medias se cumplió con la llegada de Jesucristo. El anhelado Mesías irrumpió en el mundo, revelando y encarnando los buenos propósitos de Dios en la historia humana. En Cristo, se inauguró el reinado de Dios, justo, armonioso y de vida abundante. Jesús inició su ministerio haciendo eco a palabras del mismo Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para proclamar buenas nuevas a los pobres, libertad a los cautivos y el año del favor de Dios” (Lucas 4). Jesús sanó, predicó, enseñó y se hizo amigo de personas improbables –mujeres, sencillos pescadores, recolectores de impuestos y aún personas afectadas por lepra y por demonios. Al hacerlo, Jesús demostró el amor y la justicia de Dios. Dirigido y empoderado por el Espíritu calmó las aguas rugientes y convocó a una comunidad de seguidores y seguidoras que con el tiempo fueron sus testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los fines de la tierra.  La visión de Isaías se cumplió en Jesucristo.

Ahora bien, podríamos responder, eso ocurrió en un lugar muy lejano hace mucho, mucho tiempo. ¿Qué tiene que ver con nosotras y nosotros hoy? Estos son días oscuros para muchos en esta región. Violencias. Gobiernos abusivos. Trabas de todo tipo. Detenciones. Falta de empleo. Inseguridad laboral. Separación familiar. Desafíos de todo tipo.

¿Hay razón para tener esperanza?, preguntamos. La fe nos dice que sí. Al celebrar estos días de adviento, creemos que Jesucristo vendrá otra vez. La oscuridad presente no es el fin de la historia. El reinado de sabiduría, justicia, creación armoniosa y comunión reconciliada con personas de los fines de la tierra sí llegará. La primera venida de Jesús anticipa su retorno. Podemos vivir hoy en la confianza del futuro prometido de Dios.

Como creemos que un día el Espíritu de Dios inspirará sabiduría y temor de Dios, nos esforzamos por reconocer el reinado de Dios sobre nuestras vidas aquí y ahora. Como creemos que el reinado justo de Jesucristo se establecerá, buscamos la justicia en todas las relaciones, sistemas y ámbitos de la vida aquí y ahora. Como creemos que habrá paz y seguridad en toda la creación, nos comprometemos con el cuidado de la creación aquí y ahora. Como creemos que Dios reunirá a su pueblo de alrededor del mundo abrazamos a personas atravesando fronteras, culturas, etnias y color aquí y ahora. Como creemos que Jesucristo regresará y su reinado se manifestará un día, vivimos hoy en el futuro de Dios.

Que por la gracia de Dios, la obra de Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo, vivamos aquí y ahora en la esperanza presente del futuro. Amen.